Cuando la pantalla se convierte en un espejo distorsionado, el impacto de las redes sociales en la salud mental de algunas personas es prácticamente innegable. A diario participamos de la tiranía de la imagen de manera más o menos consciente: las redes sociales nos devuelven un reflejo filtrado, aspiracional, aparentemente perfecto.
En este terreno, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) encuentran un espacio fértil donde crecer o volver a aflorar. ¿Es posible escapar de esta ilusión digital que, disfrazada de algoritmo, nos incita una y mil veces a intentar ser quienes no somos?
Redes sociales: ¿proyección distorsionada de nuestra identidad?
Las redes sociales están plenamente consolidadas como herramienta de conexión. Esto aplica a las relaciones interpersonales, pero también a la publicidad, la comunicación, la información (y desinformación) e incluso a cómo percibimos nuestra propia imagen. Igual que un coche, pueden ser realmente útiles y beneficiosas, pero, mal usadas, también se pueden convertir en un arma.
Las imágenes y mensajes relacionados con la apariencia física pueden tener un impacto negativo en la autoestima de personas que ya sufrían un TCA o que lo están desarrollando, ya que pueden llevar a comparaciones, reforzar patrones de pensamiento negativo y fomentar ideales de belleza inalcanzables.
La relación entre las redes sociales y los trastornos de conducta alimentaria, no obstante, es compleja y multifactorial. Como apunta Adriana Esteban, psicóloga especialista en TCA en Instituto Centta, por sí mismas no son capaces de generar una patología, pero sí son un factor de riesgo. “Se busca la perfección de una corporalidad que se aleja de lo considerado real, una característica común a los diferentes tipos de TCA”.
“Las redes sociales son el caldo de cultivo perfecto para dañar la autoestima y seguridad en una misma. Se componen de imágenes superficiales, enfocadas en su mayoría a la corporalidad, la comida, el deporte y muestran un aparente “estilo de vida saludable” perjudicial en tanto en cuanto parte de una mirada muy reduccionista de la persona que se limita a ser vista desde el cuerpo que tiene y deja fuera todo lo demás, que es lo verdaderamente valioso de la persona. En redes sociales no hay personas, hay cuerpos” (Adriana Esteban, psicóloga especialista en TCA).
Explorando la relación entre redes sociales y trastornos de conducta alimentaria: un laberinto de influencias
Hablar de Instagram y Tik Tok es hablar de algoritmos. A menudo utilizamos esta palabra para referirnos a cómo el “dios de Instagram” decide que nos impacte un contenido, pero, ¿qué es exactamente el algoritmo? Nos llega en forma de recomendaciones, pero son básicamente normas de programación que funcionan para que la red sea capaz de ofrecernos aquello que entiende que es de nuestro interés.
Así, si sigues a un par de cuentas de gatitos, das like a alguna foto de michis o pasas un ratito viendo reels con trastadas de estos adorables felinos, el algoritmo comprende que ese es el contenido que te gusta y constantemente te enviará gatitos en forma de cuentas recomendadas, anuncios, etc. Al final, lo que quiere este sistema es que pases tiempo en la red, y, ¿qué mejor manera de engancharte que dándote lo que más te gusta?
“Cerca de medio millón de personas sufren algún tipo de TCA en España, un trastorno mental con especial incidencia en la población más joven y con previsión de que aumente hasta un 15% en la próxima década”.
Ahora bien, ¿qué pasa cuándo esas recomendaciones se convierten en tus peores enemigas? Una investigación interna realizada en 2021 concluía que Instagram podía generar trastornos alimenticios y pensamientos suicidas en adolescentes. Hace unos días, volvía a saltar la liebre a partir de un estudio pionero que revela que pasar mucho tiempo en redes es un factor de riesgo para padecer un TCA.
Igual que sucede con los gatitos, puede que una búsqueda concreta sobre una dieta o un ejercicio sea el inicio de una batería de recomendaciones muy dañinas para quienes padecen este trastorno.
“Es como si tuvieran un propio filtro, el del TCA, que interpreta lo que ve de una manera completamente diferente. Mientras que una persona sana puede ver a un influencer siguiendo algún tipo de ayuno como un hábito peligroso y contextualizado en la rutina de un desconocido, una persona con TCA puede interpretarlo como un hábito de autocuidado que implementar dada la admiración por alguien que cree conocer”.
Hashtag salud mental: desafíos virtuales en la lucha contra los trastornos alimentarios
Beatriz Verdi es nutricionista especializada en trastornos de la conducta alimentaria. Afirma que ha sido testigo del aumento de casos en los últimos años, en muchos casos ligados a la conexión 24/7.
“Antes esto lo veías en revistas, por ejemplo, pero ahora son mucho más accesibles. En cualquier momento podemos ver un vídeo sobre lo que la influencer de turno come a lo largo del día o tener saber en qué consiste la última dieta milagro”, explica.
En muchos casos estos contenidos no solo carecen de base científica, sino que prometen resultados sin tener en cuenta las características y la diversidad de los cuerpos, que atienden a muchos más factores que la alimentación como, por ejemplo, la genética.
“Decir que hay salud en todas las tallas es más que una moda, es la verdad”, explica. Y es que, aunque su origen es multifactorial, seguir una dieta es una de las puertas de entrada a los TCA.
Por otra parte, es importante señalar que muchos de estos trastornos nacen o se sustentan en la falta de validación propia. Así, es común creer que cambiando la apariencia física puedes llegar a sentirte mejor contigo misma.
Júlia Pascual, psicóloga sanitaria en Terapia Breve Estratégica, señala varios patrones de contenido habituales en estas redes que influyen en el desarrollo o proliferación de TCA, como son la idealización de la delgadez, la normalización de estas patologías o de las intervenciones estéticas en mujeres cada vez más jóvenes y las cuentas de lifestyle que promueven dietas restrictivas o ejercicio extremo, entre otras.
Estas temáticas son potenciales desencadenantes para personas vulnerables ya que, además, tienen un efecto de validación y recompensa.
“Las redes sociales permiten una influencia más directa de los pares en comparación con otros medios de comunicación. Los comentarios o presiones de amigos, seguidores o grupos en línea que fomentan patrones de alimentación poco saludables pueden contribuir al desarrollo de trastornos de la conducta alimentaria”.
Reinventando las redes: cuerpos reales y belleza plural
¿Es posible cambiar las cosas? Esteban señala que es muy complicado darle la vuelta a un sistema que se nutre de la insatisfacción de quien lo usa. Estrategias como eliminar los likes de las publicaciones no parecen haber mejorado las estadísticas en el pasado, por ejemplo.
“Las redes sociales son un lugar donde nos exponemos y compartimos nuestras vidas, un lugar que se mantiene en base al juicio que emitimos los unos de los otros mediante likes, comentarios y mensajes”.
La presencia de profesionales de la psicología puede actuar como altavoz de la prevención, alertar a personas que no saben que están desarrollando un problema o ayudar -en la medida de lo posible- a quienes estén en riesgo.
Pero no es lo único que puede cambiar en estas plataformas para dejar de alimentar este problema. Mariona Valls, psicóloga especializada en TCA, señala la importancia de conocer los riesgos que entrañan y nos da algunas ideas de cómo se podrían prevenir en redes.
- Contenido positivo y diverso: Según Valls, las redes tienen un papel fundamental para visibilizar la diversidad de cuerpos y su aceptación en todas sus formas y tamaños. Esto puede ayudar a contrarrestar esos estándares de belleza nada realistas y reducir la consiguiente presión de alcanzarlos.
- Etiquetas y advertencias de contenido sensible: Igual que Instagram indica que los contenidos publicitarios se tienen que señalar, se podría implementar la opción de incluir avisos de contenido sensible para personas con TCA.
- Restringir cuentas peligrosas: Es decir, aquellas que promueven o ensalzan los TCA (las comunidades llamadas “proana”, para anorexia, y “promia”, para bulimia).
- Ayuda en línea: Las redes podrían ofrecer ayuda directa con profesionales especialistas en TCA. Así, la vulnerabilidad del algoritmo podría transformarse en apoyo y orientación.
- Más transparencia y control de los algoritmos: Devolver a las usuarias el control de aquello que ven, lo que podría traducirse en evitar desencadenantes potenciales.
Los profesionales de la psicología podemos educar y concienciar sobre los riesgos, realizar evaluaciones tempranas, proporcionar terapia individual y de grupo, aplicar terapia cognitivo-conductual específica para los aspectos relacionados con las redes sociales, y colaborar con otros profesionales para ofrecer una atención integral.
Nuestra experiencia y conocimientos ayudan a las personas a comprender y abordar los desafíos asociados con el uso de las redes sociales en relación con los TCA, y brindamos apoyo para desarrollar una relación más saludable con la tecnología y la imagen corporal.
¿El equilibrio es posible? Estrategias para crear un vínculo positivo
No podemos hacer recomendaciones generales sobre prevención o tratamiento de un TCA en relación con las redes sociales, ya que, tal y como apuntan las especialistas a las que hemos consultado, depende del momento de la enfermedad de cada persona, entre otras cosas.
Cada TCA es único, por lo que no existen tips universales. No obstante, hay algunas estrategias saludables que pueden ayudar a, por lo menos, no agravar la situación.
- En el caso de menores de edad, establecer un control parental que limite su tiempo de uso y permita comprobar las estadísticas.
- Hacer limpieza de aquellas cuentas que promuevan hábitos de vida tóxicos, rígidos o autoexigentes.
- Evitar cuentas basadas en la imagen corporal, la alimentación o el deporte.
- Buscar cuentas de profesionales de salud que promuevan el autocuidado
- No dedicar más de una hora al día a redes sociales. Exponernos mucho tiempo influye en nuestras creencias, opiniones y emociones, así como para generar una adicción peligrosa para nuestra salud mental en general.
- Pasar tiempo offline haciendo actividades que nos gusten, con las que disfrutemos del momento sin autoexigencia.
- Red de apoyo. Sola no puedes, con amigas -y familia- sí. Y con cuentas de profesionales y organizaciones que crean contenido educativo y ofrecen apoyo gratuito y accesible.