¿Cuándo es el momento adecuado para acudir a terapia?
Todo el que esté relacionado con la psicología, ya sea como profesional o cliente, sabe lo difícil que resulta para muchas personas dar el primer paso para pedir ayuda a un terapeuta. ¿Hay que estar "loco" para ir al psicólogo? ¡De ninguna manera! En primer lugar, es fundamental desterrar la idea de que el término "loco" o "locura" se aplica a quienes buscan apoyo psicológico.
Esta etiqueta descalificadora ha sido históricamente utilizada para referirse a trastornos mentales graves caracterizados por alucinaciones, delirios o paranoias, y no deberíamos seguir utilizándola de esa manera. Lo cierto es que la mayoría de las personas que acuden al psicólogo no tienen trastornos mentales de este tipo, sino más bien dificultades con las que les resulta difícil lidiar en su vida cotidiana.
La psicoterapia no está reservada ni para "locos" ni para "cuerdos"; está diseñada para cualquier persona que esté experimentando sufrimiento emocional o que desee mejorar su bienestar y funcionamiento en la vida. Una de las principales razones que llevan a uno a pedir ayuda es el malestar, las emociones desagradables, crisis, conflictos o problemas que afectan negativamente a su desarrollo psicoemocional en cualquier área de su vida, ya sea personal, social, familiar o laboral.
Cuando vamos al psicólogo, no estamos necesariamente buscando un diagnóstico o un tratamiento para una enfermedad mental, sino que buscamos ordenar nuestros pensamientos, aclarar nuestras ideas y aprender a manejar nuestras emociones de manera más efectiva. El psicólogo nos proporciona recursos y herramientas para hacer frente a las situaciones de la vida y desarrollarnos de manera más equilibrada y saludable.
Lo que conseguimos a través de la psicología en terapia va mucho más allá de una simple escucha. Se trata de cambiar la perspectiva desde un marco equilibrado que se establece a partir de la objetividad del terapeuta.
Reconocer que debemos acudir a terapia es un acto de valentía y coraje, no un signo de debilidad. Significa que queremos mejorar y crecer como individuos, y estamos dispuestos a trabajar en nosotros mismos para lograrlo. Ir a terapia es un mensaje poderoso que enviamos a nosotros mismos y a los demás, un mensaje que dice: "Quiero ser mejor, quiero enfrentar mis desafíos y encontrar el camino hacia una vida más plena y satisfactoria".