Sobreprotección y parentalidad: madres agenda, padres helicóptero e hijos burbuja
Es innegable que existen diferencias notables entre los niños de hoy y los de generaciones anteriores. Los niños contemporáneos parecen mostrar una mayor tendencia a la torpeza, una fuerte dependencia de sus padres, dificultades para adaptarse a los cambios y un cierto grado de inmadurez en comparación con sus predecesores. Pero, ¿cuándo comenzó a manifestarse este fenómeno?
Carmen Velasco, una profesora con más de 25 años de experiencia, señala un punto de inflexión hace aproximadamente 15 años. Hace una década y media, en cada clase de preescolar, solo había uno o dos niños que tenían dificultades para controlar sus necesidades básicas, como el control de esfínteres. En la actualidad, la mayoría de los niños parecen enfrentar desafíos en este aspecto. Esta tendencia ha llevado a muchas voces expertas a preguntarse sobre las posibles causas de esta sobreprotección.
Uno de los factores clave detrás de este fenómeno es la sobreprotección parental que persiste a medida que los niños crecen. La sobreprotección puede manifestarse de diversas maneras, como las “madres agenda” que continúa sentándose con su hija para hacer los deberes, incluso cuando la niña ya debería ser capaz de hacerlo sola.
Además, existen otros tres tipos de padres identificados: los “padres helicóptero”, que vigilan constantemente la vida de sus hijos; los “padres apisonadoras”, que eliminan obstáculos y dificultades en el camino de sus hijos; y los “padres guardaespaldas”, extremadamente sensibles y preocupados por cualquier crítica o contacto físico con sus hijos.
Los niños sobreprotegidos tienden a ser altamente dependientes de los adultos y desarrollan menos recursos, estrategias y habilidades para enfrentar desafíos. Viven en una burbuja de seguridad, pero esta burbuja puede explotar un día, dejándolos sin las herramientas necesarias para lidiar con el mundo real. Los niños sobreprotegidos también enfrentan un mayor riesgo de desarrollar miedo, conflictos emocionales y ansiedad.
Además, existe una conexión directa entre la sobreprotección y el acoso escolar, ya que los niños sobreprotegidos pueden mostrar falta de seguridad y vulnerabilidad. La falta de responsabilidad, autonomía e iniciativa también son consecuencias graves de la sobreprotección parental.
Los jóvenes que han sido sobreprotegidos tienden a independizarse más tarde y pueden ser menos felices debido a su dificultad para lidiar con las frustraciones de la vida cotidiana, ya que los problemas cotidianos siempre se les han resuelto.
Los psicólogos y expertos enfatizan la importancia de establecer límites y aprender a decir no como estrategias fundamentales para criar hijos más independientes y capaces. Los padres deben guiar a sus hijos en lugar de sobreprotegerlos, fomentando así su desarrollo saludable y su capacidad para enfrentar los desafíos del mundo real.
Adriana Esteban Labelle